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Entevista a Alfonso Corominas

Viaje al sur de la mano de un guía ciego
Tags: Alfonso Corominas, entrevista, Libro, Viaje a la luz

Foto: Editorial Alhena Literaria

Para Alfonso Corominas, ser invidente es una "desgracia que tiene mala solución", pero desde luego es algo en su vida que ni le ha generado autocompasión ni le ha impedido acceder a un alto cargo en Caja Madrid donde desempeña su labor diaria. Pero su pasión es la escritura, y queda bien reflejada en el libro 'Viaje a la luz, paseo con Hichcock por Córdoba y Granada' (ed. Alhena Literaria), donde nos descubre la magia de estas dos ciudades con una interesante inmersión desde todos los sentidos. Un libro cargado de matices y de humor que no te puedes perder.

¿Qué le decidió a escribir esta novela?

Creo que narrar un viaje sentido por un ciego es algo diferente. Espero que a los videntes les resulte una novedad y para los ciegos sea un reconocimiento a nuestra forma de comprender la realidad, casi nunca descrita desde un punto de vista estético.

¿Por qué eligió Córdoba y Granada como lugares de visita y recorrido?

Por tres razones: primero porque son dos ciudades que me conmueven, por sus ambientes, sus olores y sus sonidos únicos y por estar llenas de andaluces,la gente más afable que se pueda uno encontrar; segundo, porque en ellas yo soy un viajero, enamorado pero viajero, y quería contar cómo se descubre una ciudad con todos los sentidos menos la vista, y, tercero, porque son muy conocidas, dos ciudades de las que todo el mundo guarda algún recuerdo y puede comparar las imágenes de la memoria con las sensaciones que le entran por los oídos, el tacto, el olfato, por la piel.

En el prólogo, Jorge Martínez reverte repite varias veces que "no estamos ante el libro de un ciego" en cuanto a que usted ha huído de la autocompasión y de los "clichés típicos" de una persona que no ve. ¿Era éste uno de sus objetivos?

No. Ese es uno de mis objetivos vitales, no específicamente literario. Si eso se desprende del libro, me alegro muy sinceramente; yo huyo de la autocompasión siempre, aunque no soy un insensato y reconozco, solo faltaría, que la ceguera es una desgracia que tiene muy mala solución. Jorge es un gran amigo y sabe muy bien lo que se dice cuando habla de mí, incluso cuando habla bien.
Nos resulta también curioso el elemento de Hitchcock en la novela, ¿por qué elige usted este personaje para acompañarle?

Es un alter ego, una forma de sacar afuera el diálogo interior, con el elemento de ironía que tanto me gusta y que Hitchcock cultivaba de forma magistral.
Aparte, es un homenaje a un excepcional creador de argumentos, algo tan difícil y tan escaso hoy día, y una pequeña broma al referirme a un director de cine, un elemento más de lo que pretende comunicar el libro: los ciegos no renunciamos a conocer el mundo en su totalidad y tener nuestra propia visión de las cosas.

Cuando una persona ciega viaja, ¿cómo le definen sus sentidos el lugar que está visitando?

De una manera muy sensual. El sonido y los olores nos asaltan cuando ellos quieren, no como las imágenes, que se deben buscar con los ojos. El tacto, que también es un sentido intelectual como la vista, tiene a su vez un componente corporal muy intenso, de roce, de acercamiento, de integración con los objetos que uno se debe atrever a tocar.
¿Qué es lo que las personas que ven se suelen perder cuando viajan?

Conste, una vez más que lo mejor sería tener todos los sentidos y además usarlos. Pero, dicho esto, el cerebro se supedita demasiado a la información que le dan las imágenes y, aun más en estos tiempos, de tan poco Quijote y tanto Power Point. La vista es un sentido muy invasivo, que acostumbra a borrar a los demás. Lo que las ciudades nos revelan de sí mismas sin darse cuenta, está en su acento, en sus sonidos, en los ambientes y la forma de relacionarse de su gente.

Las críticas desde la presentación de su libro están siendo muy positivas: por la calidad literaria, pero también por su sentido del humor. ¿Es este un elemento indispensable para usted a la hora de escribir?

El sentido del humor es un elemento indispensable a la hora de vivir. En este relato, muy cercano a mí, he intentado trasladar esa actitud vital que tanto ayuda a entender el mundo y a comprender nuestras debilidades . La solemnidad es un tipo de ceguera mucho peor que la de los afiliados a la ONCE.

¿Qué sentimientos y pensamientos del libro son para usted los más importantes del libro?

Seguramente dos: la primera que nunca se debe negar una desgracia cuando lo es de verdad y la segunda, que se puede seguir siendo feliz ; más allá de la desgracia quedan otras muchas cosas importantes: el amor, la risa, la cultura.

¿Qué piensa le puede sorprender más al lector de su novela?

Espero que el optimismo y la sinceridad.

¿Quiere añadir algo más?

Me gustaría que, después de leer el Viaje a la Luz, el lector sienta el impulso de volver a Córdoba y Granada; que al pasearlas piense que ahora las conoce un poco mejor y, lo que ya sería el colmo, que ha descubierto una nueva manera de sentir.

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