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LA NIÑA INVIDENTE QUE ROMPE BARRERAS Y ES UNA DESTACADA VIOLINISTA

Lucrecia: Una conmovedora historia de vida nacida en la Navidad de 1995

La vida de Ana Lucrecia Taglioretti es diferente, pero no por eso deja de ser real y conmovedora. Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, Claro de Luna de Beethoven suenan maravillosamente gracias a las habilidosas manos de la niña invidente que con su fuerte apuesta a la vida logró cambiar los vaticinios más pesimistas de los médicos, con la ayuda de su madre de corazón, Marcia Taglioretti.

Ana Lucrecia: "Quiero a mi madre. Dios me bendijo con el don de la música. Mi mamá me da libertad para aprender y me ayuda solo en mis limitaciones". Ana

cumple hoy 12 años. Con su fuerte apuesta a la vida logró salir adelante y actualmente es considerada una de las mejores violinistas del país.

Ana Lucrecia nació el 25 de diciembre de 1995, en plena Navidad, a los seis meses, con solo 900 gramos. Los primeros tres meses pasó en la incubadora de

la Maternidad de la Cruz Roja, bajo el cuidado de enfermeras y médicos y al llegar a los dos kilos y medio, ya no pudo vivir en el hospital. Necesitaba

de una familia que la acogiera y le brindara mayor y mejor protección por lo que los responsables de la Cruz Roja formularon la denuncia de que fue abandonada

por su madre y empezaron a buscar un matrimonio para entregarla en adopción.

Así estuvo primero con una familia que la adoptó temporalmente pero luego la nueva mamá se dio cuenta que era invidente y decidió entregarla a otra familia.

EL PODER DEL AMOR

"La ceguera ajena, no la de ella, es la que muchas veces impide que Lucrecia reciba un trato igualitario común a todas las personas". Así afirma Marcia

al referirse a su hija invidente que cumple en la fecha 12 años y rompe barreras todos los días para abrirse paso en la vida.

Marcia, docente, educadora, arquitecta, afirma como madre que Ana Lucrecia es su tesis viva de lo que se puede hacer con amor. Porque los progresos de

Ana son significativos por la confianza y seguridad que le da en todo momento echando por tierra los pronósticos más pesimistas de los médicos que la atendieron

al nacer.

"No permito que la compadezcan ni que ella se sienta disminuida. Ella sabe su historia de vida y sicológicamente se siente muy apoyada y querida", resaltó

Marcia.

Refirió que la mayor satisfacción que tiene como madre es saber que está viva su hija. Porque fue todo un desafío reubicarla en su vida e ir educándola

en libertad, sin miedo ni complejos de ningún tipo.

"Lucrecia era niña prematura y nos encontramos recién a los 11 meses con el desarrollo sicofísico inadecuado. Pero ella demuestra que con amor y esfuerzo

se puede salir adelante a pesar de las barreras que tenemos en la vida", sentencia Marcia Taglioretti.

Recuerda que cuando conoció a Ana le comentó a su hijo mayor Martín, quien ese año iba a ingresar al seminario para ser sacerdote.

"Por fin puedo adoptar la niña que siempre quise tener", indicó y añadió que desde aquel día son inseparables. La niña le acompaña en todas sus actividades

laborales y sociales.

Cuenta que en el país no encuentra colaboración del nivel del que desea para Ana. Tampoco encuentra espacio para que se desarrolle integralmente, por eso

le enseña en su casa y luego es examinada por el Ministerio de Educación para darle una educación personalizada acorde a su capacidad y progreso.

HORAS DE ENSAYO

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Ana Lucrecia con su madre de corazón, Marcia Taglioretti, en la Redacción de ABC Color. Hoy es doble festejo de la residencia de la niña: la Navidad y el

cumpleaños de Ana.Marcia Taglioretti: "No permito que la compadezcan ni que se sienta disminuida. Ella sabe su historia y sicológicamente se siente muy

apoyada y querida".

Resalta que todas las obras musicales del variado repertorio de su hija solfean juntas. Luego ensayan, ella en el piano y Ana en el violín, pentagrama por

pentagrama hasta terminar la partitura de cada una de las músicas que interpreta la joven artista invidente.

Inseparables, madre e hija van de un lado para otro. Ana Lucrecia es un ejemplo de vida que a pesar de las barreras visuales se puede sobresalir en la

vida.

VIDA ARTÍSTICA

Su vida artística comenzó cuando Ana Taglioretti empezó a tocar el violín en el coro del Sanatorio Internacional de Luque, luego en el 2003 formó parte

de "Sonidos de la Tierra", proyecto llevado a cabo por Luis Szarán que incentiva los valores infantiles y juveniles.

En el 2005 tomó clases de Violín en el Conservatorio Nacional de Música, formó parte del Estudiantina Miranda del Conservatorio Miranda y como artista

invitada tocó el violín en varias ocasiones con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción y tiene varias presentaciones como solista de violín. Participó

del seminario de Sonidos de la Tierra, el año pasado en Paraguarí, Concepción y este año en Coronel Oviedo.

Lucrecia afirma que antes de empezar a hablar ya cantaba y bailaba antes de caminar, que le gusta todo lo que sea arte porque es un medio que exterioriza

los sentimientos de las personas.

DOTE DE ARTISTA

"Repetimos una y otra vez, largas horas, las obras musicales de su repertorio hasta que aprenda bien cada partitura. Ana tiene capacidad para ejecutar

el arpa y el piano, pero vamos paso a paso", resalta la orgullosa madre.

Aña Lucrecia afirma que se siente protegida y apoyada por su madre y le encanta disfrutar de sus ratos libres con su madre preparando manjares para saborear

en su casa.

Hoy en la casa de Ana Lucrecia hay doble festejo: la Navidad y el cumpleaños N° 12 de la niña, que demuestra cada día su esfuerzo personal para abrirse

paso en la vida, a pesar de las muchas dificultades por las que ya pasó desde su nacimiento.

Madre e hija prepararán la torta de cumpleaños juntas y esperarán a los numerosos amigos que tiene Ana, debido a su carisma, su bondad y sencillez.

Ana nos confidencia que cuando ejecuta el violín la música le transporta a lugares donde hay campos verdes con flores multicolores, días soleados y agua

fresca, pura y cristalina en los arroyos.

"La música es el alimento del espíritu. Disfruto mucho practicando muchas horas, no me canso nunca. Dios me bendijo con el don de la música. Mi mamá me

da libertad para aprender y me ayuda solo en mis limitaciones", resalta.

Y añade: "Quiero a mi madre muchísimo. Con ella me siento querida, protegida y apoyada. Me encanta estar en casa saboreando los manjares que ella prepara",

resalta Ana Lucrecia a la vez de agregar que admira a la violinista japonesa Yurico Naganuma y a Anastacia de Rusia.

De su rico repertorio las obras musicales que más le gusta interpretar son las de Johann Strauss, Georges Bizet. Meditación de Tais, las 4 estaciones de

Vivaldi, Carmen de Georges Bizet, las Tres Danzas de Amadeo Mozart y Claro de Luna de Beethoven.

elvira@abc.com.py

Elvira Olmedo Zorrilla

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